Anochecía en una calle tranquila del municipio brasileño de Cametá cuando lo impensable ocurrió. Una niña de siete años, ajena al peligro, jugaba inocentemente en el balcón de su apartamento. En sus manos, un objeto metálico. Frente a ella, apenas unos centímetros más allá del pasamanos, cables de alta tensión cruzaban el aire. Lo que sucedió en los segundos siguientes quedó grabado por una cámara de seguridad. Y el video, crudo, estremecedor, viral, hoy da la vuelta al mundo.
La secuencia dura apenas unos segundos, pero es suficiente para helar la sangre: la niña levanta la varilla hacia el cableado, tal vez por curiosidad, tal vez por juego. Un destello. Un chispazo. Un golpe seco. Su cuerpo se sacude con violencia y cae al suelo. El grito desesperado de un familiar interrumpe el silencio. La imagen se corta. El horror ya estaba hecho.
En cuestión de horas, el video se propagó como un incendio por redes sociales. Los comentarios no se hicieron esperar: “¿Dónde estaban los adultos?”, “¿Por qué ese cable está tan cerca?”, “¡Pudo haber muerto!”, decían usuarios desde distintas partes del mundo. Las imágenes abrieron un debate urgente sobre la seguridad eléctrica en viviendas y la supervisión infantil.
La niña, según reportes médicos, sufrió quemaduras leves en manos y piernas, pero se encuentra fuera de peligro. Fue dada de alta tras ser trasladada a un centro asistencial por sus familiares. Un milagro, según algunos. Una negligencia, según otros.
Un accidente que pudo ser fatal
Expertos en seguridad eléctrica señalan que el objeto metálico actuó como conductor directo entre el cuerpo de la menor y la corriente del cableado aéreo. “Si el contacto hubiera durado un segundo más, estaríamos lamentando una tragedia irreparable”, dijo un técnico consultado por medios locales.
El cableado, según vecinos, siempre ha estado demasiado cerca del edificio. Nunca se hizo nada. Nunca pasó nada… hasta ahora.
Hasta el momento, las autoridades de Cametá no han emitido un comunicado oficial. Ni sobre el estado del cableado ni sobre si se iniciará una investigación. Lo único claro es que el video, con miles de reproducciones, ya ha hecho su trabajo: alertar, sacudir, conmocionar.
La niña vive. Pero su historia, capturada por una cámara de seguridad, quedará como recordatorio de que basta un segundo, un descuido, una varilla… para convertir el juego más inocente en una pesadilla eléctrica.
El horror no vino en forma de tormenta ni de criatura. Esta vez vino en forma de chispa. Y dejó una pregunta flotando en el aire: ¿cuánto más hace falta para que lo prevenible no se vuelva irreversible?
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