Esta mujer se sorprendió al ver que un bulto en su rostro en realidad era un parásito que vivía debajo de su piel.

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Las enfermedades parasitarias son muy peculiares debido a que muchas de ellas afectan al hombre desde una perspectiva sumamente asombrosa, pues parecen historias ficticias o sacadas de cuentos de terror.

Es cierto que muchas personas se asombran al ver los casos más graves de neurocisticercosis, pues en este caso, los parásitos “devoran” el cerebro de los pacientes afectados, dejando secuelas que pueden ir desde convulsiones, hasta la muerte (ya hemos hablado de esta enfermedad en un par de veces, y lo puedes ver aquí). En otros casos, por ejemplo, los parásitos pueden asociarse únicamente a cuadros diarreicos (como los ocasionados por el parásito unicelular Giardia Lamblia), los cuales se solucionan al cabo de unas cuantas horas con el consumo de antiparasitarios comunes.

Por otra parte, existen otros casos donde los parásitos se alojan en partes del cuerpo que pueden ocasionar incomodidad y preocupación directa a los pacientes afectados. Esto fue lo que ocurrió con una mujer rusa de 32 años, quien se percató de un bulto que crecía y se movía en su rostro. Cuando la mujer acudió a consulta con sus oftalmólogos, podría haber imaginado cualquier cosa que estuviera ocasionando los bultos, por ejemplo, un traumatismo o evento inflamatorio a causa de algún golpe. Sin embargo, ningún evento inflamatorio ocasionado por golpes provoca nódulos con movimiento, y menos con una historia de dos semanas de evolución, que fue lo que refirió la mujer a sus médicos.

Cuando los médicos realizaron la exploración física, se percataron de un nódulo oblongo de movimiento superficial en el párpado superior izquierdo (la mujer había documentado que el bulto cambiaba de lugar desde sus párpados a su labio; también tomó fotos de estos cambios). Los médicos identificaron a un parásito en forma de gusano, al cual fijaron con fórceps y lo extrajeron quirúrgicamente; la identificación definitiva mediante una prueba molecular conocida como PCR (reacción en cadena de la polimerasa) arrojó que se trataba de un parásito llamado Dirofilaria repens.

La dilofilariasis es una enfermedad del tipo zoonótica (aquellas que se transmiten de animales a humanos) transmitida por mosquitos de los géneros Aedes, Anopheles, Culex y Taeniorhynchus; en humanos causa lesiones cutáneas y pulmonares, aunque ya se han reportado casos de dirofilariasis humana con localizaciones en grandes vasos mesentéricos, peritoneales, cordón espermático y en corazón. En este caso, la mujer comentó que había viajado a una zona rural en las afueras de Moscú y recordaba haber sido picada con frecuencia por mosquitos.

Después de la eliminación del gusano, la paciente se recuperó por completo.

El caso clínico fue reportado en el New England Journal of Medicine.

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