Calvario. Esa es la palabra que resume lo que vive hoy día una mujer que denunció tres veces por violencia de género a su exconcubino y padre de sus cuatro hijos. El fin de semana el hombre violó una orden de restricción de acercamiento y estuvo a casi nada de matarla con un machete, en una casa de la capital provincial.
«Me salvaron los vecinos; escucharon mis gritos y de los chicos. También porque alcancé a defenderme con un palo», dijo Norma en diálogo con época.
El agresor alcanzó a huir corriendo y lanzando amenazas de que todos la iban a «pagar». Poco después lo detuvieron e imputaron, extrañamente, sólo por el delito de «lesiones leves».
Esta historia comenzó con un quiebre el 12 de diciembre de 2021. Ese día, cumpleaños de Norma, ella fue víctima de una paliza por quien todavía era su concubino, Alejandro Aguirre, de 31 años.
La relación entre ambos estaba en picada. Aguirre, según Norma, tenía ataques de celos injustificados. Todo le molestaba, de personalidad posesiva.
Tras «espantar» a los amigos y familiares de Norma, cuando habían ido a visitarla, el hombre pretendió mantener relaciones sexuales a lo que ella se negó.
La mujer de 28 años explicó que ya había tomado la decisión de separarse y al decírselo él intentó someterla sexualmente. «Lo vamos a hacer por las buenas o las malas», dijo.
ALGUNAS DE LAS SECUELAS FÍSICAS SUFRIDAS EL SÁBADO.
Lo que siguió después fueron agresiones con una tacuara y un corte en la mano que la mujer sufrió al defenderse de un cuchillazo. Todo esto transcurrió en la vivienda que compartían en el barrio San Roque Este.
Al día siguiente ella lo denunció en la comisaría Segunda de la Mujer y el Menor y fue sacada de la casa para ser llevada, junto a los niños de 1, 3, 5 y 7 años, al refugio de víctimas de violencia de género «Eli Verón», ubicado en inmediaciones al aeropuerto.
Con intervención del Juzgado Correccional número 2 ordenaron a Aguirre a respetar una restricción de acercamiento hacia su ex como hacia sus hijos, ya que a ellos también maltrataba.
Debido a las amenazas que recibió Norma, la Justicia dispuso que el hombre lleve colocada una pulsera electrónica para su monitoreo y que resida en una vivienda del barrio Fray José de la Quintana. Ella, en tanto, recibió un «botón antipánico».
Pasaron las fiestas de Navidad y Año Nuevo y la mujer decidió que tenía que volver a su casa, a tratar de seguir una vida «normal» junto a los niños.
El 4 de enero volvió al domicilio de calle Tartagal y lo encontró dado vuelta. «Rompió casi todas las cosas; las ropas prendió fuego», dijo la víctima. Además, el hombre destruyó paredes y escribió frases de amenazas.
«Esos primeros días íbamos a dormir a casas de conocidos, de algunos amigos y de mi comadre. Pero después dije que no puedo andar escondiéndome todo el tiempo y decidí quedar en mi domicilio, suponiendo que estaba protegida», explicó.
MIENTRAS ELLA ESTABA EN EL REFUGIO, ÉL CAUSÓ DAÑOS.
En ese contexto, el último sábado a la noche ocurrió el hecho en el que estuvo cerca de morir. «Llegó de la nada, rompió la puerta armado con un machete y empezamos a gritar con mi hijo mayor. Los nenes se asustaron mucho y a uno de ellos él le gritó, siendo su papá, cállate hijo de p…».
Mujeres y hombres del vecindario corrieron hacia la casa de Norma ya presumiendo lo que ocurría. Fueron quienes la salvaron y pusieron en fuga al violento. Horas más tarde Aguirre resultó otra vez detenido por la Policía.
Tengo golpes por todo el cuerpo. Dos puntazos de dos puntos de sutura cada uno; raspones y mucho dolor», indicó la mujer que se animó a exponer su caso.
En el medio los chicos. La nena de 3 años se halla bajo tratamiento neurológico; el chico de 5 fue operado por eso Norma precisa ayuda social.
PIDEN A LA JUSTICIA HACER ALGO CON ESTE HOMBRE.
Para cometer el intento de asesinato Aguirre rompió la pulsera electrónica. Según registros de la central de monitoreo eso habría sucedido a las 22:30 cuando perdieron la señal. Sin embargo, nadie alertó a tiempo a Norma y cerca de medianoche ocurrió el ataque.
«Si me alertaban hubiera ido a otra casa con mis hijos», dijo la mujer que pide protección y librarse del calvario en el que está sumergida.
NI LAS MERCADERÍAS SE SALVARON DE LA VIOLENCIA.
FUENTE: DIARIO ÉPOCA
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